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PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN: EL SOMBRERO DE TRES PICOS





Guadix, 10-03-1833 - Madrid, 15-07-1891

Ayer se cumplieron ciento ochenta y tres años del nacimiento de Alarcón, un famoso granadino nacido en Guadix, y he pensado  hacerle también un homenaje a este personaje de la época del Romanticismo que fue político y escritor. 
Se le conoce por su obra más famosa: 
El sombrero de tres picos.

Pedro Antonio de Alarcón fue un escritor contemporáneo del movimiento moderno del Realismo que surgía en Europa en el s.XIX y que nos traería en lengua española una de las primeras grandes obras del Realismo español: La Regenta, de Clarín.
En cambio, la obra de Alarcón oscila entre un Romanticismo tardío y algunos rasgos de incipiente Realismo.
En sus comienzos, Alarcón se dejó llevar por el costumbrismo y el estilo romántico y fue en la madurez cuando pretendió incorporarse al Realismo con sus novelas «El escándalo» o «El niño de la bola». Sus cuentos cortos pertenecen a dos series, son algunos de amor y otros fantásticos con visos de terror que intentan emular a Poe. Sus novelas poseen rasgos de tesis, suelen ser recargadas en adjetivos y descripciones e inspiradas en un catolicismo muy conservador.

 Alarcón nació en el seno de una familia distinguida que había perdido su fortuna. En su vida hubieron dos constantes: la política y la escritura. Llevado de esta superioridad que él sentía y creía merecer por su linaje, no podía aceptar nada para sí mismo que no fuera el reconocimiento público: el éxito, la fama. Tanto persiguió este éxito, que no concibió que la escritura era algo más que decir lo que uno quiere o puede expresar, y olvidó que hay que estudiar y aprender para escribir. Mientras otros evolucionaban, él se quedó estancado en sus formas, en la literatura de la que ya se creía un experto por sus estudios juveniles. Su primera obra teatral fue representada en Madrid y supuso un fracaso, por lo que decidió no dar su autorización para que pudiera ser representada, y herido en el orgullo, dejó de escribir para el teatro.
En su juventud llevó una vida disipada. Dejó los estudios jurídicos en la Universidad de Granada al año de comenzarlos. Este abandono fue producido por su repentino deseo de hacerse seminarista para, en cierto modo, complacer a su familia. Pero el seminario  también lo abandonó, escapándose a Cádiz donde su ambición le llevó a sacar partido de su locuacidad y seguridad en sí mismo para dirigir una revista: “El Eco de Occidente”. 
Algo más tarde, regresó a Granada y fundó el periódico revolucionario “La Redención” con el que contribuyó al triunfo de la llamada “vicalvarada”. En este ambiente político de revueltas, formó junto a otros amigos suyos, intelectuales como él formados en los ideales románticos, la famosa “cuerda granadina”. En ella destacaban entre otros, Manuel de Palacios, Leandro Pérez Cossío, Moreno Nieto… y juntos representaban sus conferencias o discursos en el Liceo o la Academia, siendo muy bien recibidos por el público granadino.

En pos del éxito a mayor escala marchó a Madrid creyendo que encontraría una editorial que publicara sus versos románticos (al estilo de Espronceda), pero no consiguió esa meta. En su lugar, entró a trabajar como director en el periódico “El látigo”, donde se dedicó a herir muchas sensibilidades, arremetiendo contra personajes de la política, la prensa o el arte. Estos artículos, alguno en concreto, provocó la ira del redactor del periódico “El león español”, que le retó a batirse en duelo de pistolas. Más tarde, al perdonarle la vida su contrincante, después de que Alarcón disparara y errara en el tiro, el escritor sintió ésta como una experiencia romántica y la interpretó como una llamada divina de que debía dejar de andar fastidiando por ahí con sus artículos periodísticos. Decidió cambiar de vida, dejó el periódico, se alistó en el ejército de voluntario para combatir en la guerra de África y escribió su primera novela: “El final de Norma” y sus cuadernos de viaje y experiencias, con el título “Diario de un testigo en la guerra de África”, 1859-1860.

A su regreso, ingresó en La Unión Liberal, fue elegido diputado, ganó un concurso de poesía celebrado en Granada, y en 1868 tomó parte en la batalla de Alcolea que supuso el triunfo definitivo de los liberales. En la Restauración fue nombrado Consejero de Estado y entró en la Real Academia de la Lengua. Ésta fue su etapa más fecunda como novelista, desde que en 1874 publicó “La Alpujarra”, después “El sombrero de tres picos”, "El capitán Veneno", y algunas otras novelas de menor interés. Su última novela fue “La Pródiga”.

También en sus cuentos amatorios, una serie de cuentos cortos que escribió en la juventud, se encuentra un cuento destacable llamado “La Comendadora”.

Este enlace a la Biblioteca Cervantes Virtual lleva hasta un estupendo ensayo de Domingo Ynduráin, que además de aportar la biografía de Alarcón pone los puntos sobre las íes a la obra de éste, al que hacen sombra otros escritores del Realismo y el Naturalismo español como: Galdós, Clarín, Varela, Pardo Bazán, Blasco Ibáñez o Pío Baroja.



El sombrero de tres picos se publicó el 2 de agosto de 1874 en la “Revista Europea”. Por su estructura y sus abundantes diálogos puede pasar por una obra de teatro. Os dejo el recorte que he sacado de un viejo libro de Lengua que lo define así:

«El sombrero de tres picos, la mejor obra de Pedro Antonio de Alarcón, es una joya de la novela corta española. Prodigio de gracia por su anécdota chispeante, por su transparente y aguda captación de tipos y ambientes populares, y por la sobriedad y expresividad del estilo».





Pedro Antonio de Alarcón, Julio de 1874


Prefacio del autor

Pocos españoles, aun contando a los menos sabios y leídos, desconocerán la historieta vulgar que sirve de fundamento a la presente obrilla.Un zafio pastor de cabras, que nunca había salido de la escondida Cortijada en que nació, fue el primero a quien nosotros se la oímos referir. -Era el tal uno de aquellos rústicos sin ningunas letras, pero naturalmente ladinos y bufones, que tanto papel hacen en nuestra literatura nacional con el dictado de pícaros. Siempre que en la Cortijada había fiesta, con motivo de boda o bautizo, o de solemne visita de los amos, tocábale a él poner los juegos de chasco y
pantomima, hacer las payasadas y recitar los Romances y Relaciones; -y precisamente en una ocasión de éstas (hace ya casi toda una vida..., es decir, hace ya más de treinta y cinco años), tuvo a bien deslumbrar y embelesar cierta noche nuestra inocencia (relativa) con el cuento en verso de El Corregidor Y La Molinera, o sea de El Molinero Y La Corregidora, que hoy ofrecemos nosotros al público bajo el nombre más trascendental y filosófico (pues así lo requiere la gravedad de estos
tiempos) de El Sombrero De Tres Picos...

seguir leyendo la obra completa: 


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